Estaba
sentado en una piedra mientras que miraba los movimientos de aquel hombre
delgado y frágil. El tiempo pasó casi sin darme cuenta. Las otras personas que
estaban con él y que parecían seguir sus indicaciones se detuvieron ante una voz
suya que yo no entendí, hicieron una
reverencia
y se marcharon. En ese momento no me atreví a preguntar y me marche
sigilosamente detrás de ellos.
La danza (tal me pareció en ese
momento) que practicaban me dejo una sensación de serenidad que no pude
describir, pero cuando esa noche me retiré a descansar, lo hice mas profunda y
plácidamente, tanto que note una diferencia clara entre esa noche y las demás.
En los días que siguieron acudí a
aquel lugar día tras día, pues quería volver a ver a esos hombres y su danza.
Luego de varias noches llegué a aquel pequeño bosque y allí estaban, esta vez
hacían lo que para mi fue un ritual de guerra, aunque algo era claro …, entre
los guerreros, no había violencia alguna. No me atreví a interrumpirlos, así que
esperé y cuando se detuvieron y saludaron me acerqué al hombre que los guiaba y
lo interrogué. Para ese entonces, yo que era bastante tímido ya estaba
suficientemente intrigado como para presentarme.
Buenas noches, dije en voz baja y
me presenté.
Buenas noches, me contestó el
hombre, que ya no pareció tan frágil.
Estaba aquí sentado observando lo
que estaban haciendo y estoy bastante intrigado, ¿que es lo que ustedes hacen?
Es un Arte Marcial, me contestó un
tanto parco para hablar, como si esta respuesta ya la hubiese dado un centenar
de veces a un centenar de simples curiosos.
Ya sin poder permitir en mí, que
me diesen una respuesta tan vaga, volví a preguntar, ¿como se llama?, ¿de
donde proviene?, ¿lo puede practicar cualquier persona?, ¿cree usted que yo... ?
Entonces, este hombre de quien yo
no conocía ni siquiera el nombre, me interrumpió ahora con una sonrisa y me
contestó: este Arte se llama T’ai Chi Ch’uan es originario de China y no, no lo
puede practicar cualquier persona, pero cualquier persona puede intentarlo,
inclusive tú, me respondió.
Entonces para cuando me di cuenta
estaba preguntando horarios, días, y otros datos de poca importancia que
preguntan las personas cuando quieren incurrir en algo nuevo y sin más, ya me
estaba comprometiendo a asistir a la próxima clase. Yo que ya sabia que mi
récord de permanencia en cualquier actividad no superaba el mes o a lo sumo los
dos meses…, para cuando me di cuenta pensé que ya le estaba haciendo perder el
tiempo a otra persona.
Ya estaba hecho, que mas daba,
cuanto mas no asistía a la clase y listo; después de todo yo era un
“intelectual”, un estudiante de ingeniería, ¿para que iba a ir a esa clase ?.
A la semana siguiente me
presentaba al instructor de la clase de T’ai Chi Ch’uan, en aquel
“Bosque”.
Me mostró una serie de movimientos
lentos y gráciles que traté en vano de imitar. Me los volvió a mostrar y agregó
algunas aclaraciones.
Recuerdo que me dijo:
- Lo primero que debes hacer es
relajarte, esta práctica es sencilla, cualquiera con “un poco de voluntad”
puede practicarla; es una práctica de vida -
En ese momento, debo admitir, no
entendí nada sobre eso de ser una práctica de vida, en realidad no entendí casi
nada de todo aquello que en intentó hacerme entender. Pero me quedé.
Hoy después de... ¡creo que ya van
como… mas de veinte años! continuo
tratando de perfeccionar
aquello que alguna vez me dijeron
sobre
como hacer del T´ai Chi Ch´uan
una
forma
de vida.
Claro,
continuo
practicando y ejercitando,
en otros treinta, tal vez...
Por todo el tiempo dedicado en
mi... gracias.
Shui Lung
Para quien, en mi corazón, hace tiempo dejó de ser mi
instructor y se convirtió en mi MAESTRO
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